Y claro, buen tiempo, poco viento y tarde primaveral donde las hubiese no podía quedarme en casa viendo pasajeros programas de televisión.
Tranquilo inicié mi marcha, pero la sangre pronto se calienta y el ritmo se fue acelerando por sendas, cuestas y caminos chinchilleros repletos de otros tantos como yo. Por segunda ocasión adelanté a una pareja de ciclistas de los que uno de ellos resultó ser el gran Eduardo y claro, cual lapa me uní a ellos para subir al pueblo y hacer un tour turistico con escalones y todo. Doy fe que mis compañeros estuvieron a la altura bajando un escalón tras otro.
La vuelta, como tiene que ser, sin gran esfuerzo, buena conversación y alegre pedaleo para terminar una corta pero agradable jornada de bicicleta.
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