Volver a Villalpardo siempre es motivo de alegría e ilusión pues cada ruta la preparamos con mucho esfuerzo y ganas de acudir. Eso sí, no se que tendrá aquello que siempre terminamos pidiendo la hora y cansados, muy cansados.
En esta ocasión ocurrieron dos cosas: la primera fue que el trazado pasa por lugares que entre danas, tormentas y demás delicias que han destrozado algunos paso s puntuales con caídas de árboles y destrucción de tramos, y la segunda, que ese día había una carrera. De la carrera poco se supo pues no los vimos más que al pasar por el santuario y de los puntos destrozados bien dimos cuenta al estilo 50km con barro, pateos y agua.
La compañía fenomenal con Fran, Angel y Carlos de manera que tras una ruta muy dura, terminamos con unos refrescos y unas cajas de cerezas recién recogidas de los árboles.
Con todo y con eso, volveremos en breve, que algo de tajo nos quedo.
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