Los oriundos de la Nueva York de la Mancha acostumbramos a recorrer la vía Baeza-Utiel en dirección Santuario de Cortes. En esta ocasión y para variar como de costumbre, en 50km nos hemos largado al otro extremo donde no solemos ir los de Albacete a Utiel.
Y cierto es que no es lo mismo que ir hasta Alcaraz con esas rectas interminables de pisteo para allá y para acá. La cosa consistía en hacer 140 kilómetros hasta Utiel y que una vez allí nos recogiese uno de los grandes de España, el amigo Ronal.
Pero claro, la abundancia de la vía verde no es notable pues será de un total de unos veinte kilómetros, siendo el resto caminos paralelos y restos de la infraestructura que en su día se preparó para albergar tan gran proyecto. Ese es el glamour del recorrido pues veremos como se preparaban las paradas, los saltos de vallejos, los desniveles y todo ello en los llanos y en la ribera del Cabriel que más que arquitectura exigió al responsable un ejercicio de magia e ilusionismo. Algo, sencillamente tremendo.
Y por todo ello recorreremos caminos, sendas, carreterillas asfaltadas y solitarias y haremos pateo por barrancos, bajaremos casi escalando rampas peligrosas y veremos todo tipo de aves, animales y un cielo interminable que nos acompañará durante todo el recorrido.
No es preciso foco pues ningún túnel atravesaremos sin luz y puentes a medio hacer podremos disfrutar en varios puntos donde bien parece que los trabajadores descansan para volver el próximo día.
Agua tenemos a lo largo del recorrido en varios puntos y un buen café para comenzar en los Corzos o en canal. El almuerzo en Casas Ibañez a precio cerrado y calidad total y un menú para comer digno de reyes a precios de plebe.
Sin lugar a dudas, llegar a Utiel ha sido una experiencia pues a pesar de ser tan solo 1200 metros de desnivel acumulado, unos cuantos centenares de metros más me ha birlado wikiloc. A tener en cuenta que la ruta original son 16 kilómetros menos debido a que la rotura de un radio de mi bicicleta nos hizo volver a casas Ibañez para no poder arreglarlo debido a la falta de un lugar donde hacerlo a pesar de haber tienda de bicicletas y retomar nuestro camino con una rueda que bien parecía el baile de san Vito. A pesar de todo ello, la llanta resistió y la cosa no fue a mayores.
