Finalmente, todo salió a pedir de boca, 189 kilómetros a una media total de 23 km/h. El viento de culo hasta Villena, de lado hasta Castalla y de frente del Maigmó al Campello.
5 litros de agua, una coca cola, un acuarius, un zumo, tres galletas de chocolate y dos bocadillos, uno de embutido variado y otro de jamón con queso.
Mi padre de apoyo a lo largo de toda la ruta y esperando a la llegada en la playa, un saludo para mi padre.
Lo más bonito, la zona que va de Almansa hacia Caudete, donde se debe hacer una buena ruta por un barranco que he pasado.
La bicicleta a la altura de las circunstancias, las llantas de repuesto para ocasiones rodadoras como estas, un acierto.
La cartografía casi a la altura, en cuatro ocasiones recalculando el que suscribe la ruta y un puente cortado con vueltón incluído.
Ya está, se terminó lo de hacer rutas de estas, pero ha sido una experiencia única.
Saludos.
