Nada de lo que me dijo fue de modo distinto, el amigo José Ramón es un máquina y enseñándome su rueda me ha llevado por lugares de impresión donde poder disfrutar y exprimir nuestras bicicletas. Con técnica en las venas y buen ánimo hemos pedaleado y en ocasiones saltado por encima de nuestras bicicletas avanzando por unos montes llenos de diversión.
Del chaval llamado Sergio, si José Ramón me ha dejado buen recuerdo, no puedo decir otra cosa que con un futuro por delante puede hacer lo que quiera pues con valentía e inconsciencia de quien todavía no tiene razón de acumular miedos se atrevía con sendas, mares de piedras y bajadas casi imposibles.
Hemos pasado por muchos lugares de los que no se me todos sus nombres, pero destaco unas cuantas sendas de las que gana por goleada las zetas con las que hemos terminado un recorrido con un kilómetro menos que los años de José Ramón pero cargado de sensaciones.
Gracias por compartir la ruta y por una gran tarde de bicicleta. Nos vemos en la siguiente.