Sus habitantes bien lucharon por buscar un rincón donde poder obrar su casa al refugio de inclemencias bajo la sombra de la montaña, dando lugar a calles empinadas e irrespetuosas con las leyes de la gravedad. ¡Maricón el último¡ dijo alguno de ellos, dejando a los rezagados hacer sus nuevas y flamantes casas bien lejos del refugio rocoso natural y a expensas de vientos, nevadas y tormentas. Eso sí.... con buenas chimeneas.
Las Peñas de San Pedro acogen al visitante que deja el habitáculo de su climatizado turismo para recibir un aluvión caluroso en verano o bien una helada ráfaga en época invernal cual bofetada indolora. Eso sí, tenemos que ser raudos y buscar a nuestros amigos peñeros, para descender al fondo de la antigua piscina y encontrar el frescquito en verano y el calorcito en invierno a modo de brasas chispeantes.
Esta mañana, a bordo de vehículos de todo tipo; monovolúmenes, industriales y algún Ford Escort granate... hemos llegado a nuestro punto de partida para reunirnos gente en condiciones de afrontar tan extrema aventura; de Balazote los hermanos Tana; el UNO (alias "el singuel"), el DOS, que es el hermano del mayor, otro con apodo de ave parlanchina y un cuarto en discordia que es amigo del "singuel". De Albacete, el que suscribe y uno que parece hermanico de Faura. De las Peñas de San Pedro, a partir de ahora, PSP, Francisco, Fran, Fran de las Peñas, Paquito, ese que le gusta la bici....
Y claro, nos hemos puesto a probar, pues probado hemos, una cuarta parte del recorrido que sin duda será toda una experiencia, pues no dejará indiferencia ni títere con cabeza. Rutas como estas son las que uno recuerda y no aquellas en las que todo se da bien, tan bien que no pasa nada, puestos a contar contaré cosas:
- Millones de toneladas de barro.
- Remolques kilométricos de piedras por extraer.
- Sendas por recorrer que antaño fueron transitadas.
- Ganancia asegurada en repuestos para los tenderos de bicicletas.
- Agua en abundancia para cuando volvamos si hace calor, pues sudaremos tinta china.
- Amenas conversaciones sobre el sentido de la vida y cursos acelerados de modelado de barro.
- Profundas conversaciones sobre el matrimonio, la soltería y la disolución del vínculo matrimonial.
- La eterna duda de las 26, 27,5, 29, rígidas, dobles, carbono o alumínio.
- Lo que fastidia comprar una bicicleta de montaña que se rompe cuando eres un roñoso asqueroso.
- Lo buena gente que son los de la Peña del Roble que ante una copiosa nevada nos han acogido en sus casas y eso se agradece y mucho.
- Lo bueno que es salir con grandes amigos que cuando tienes problemas te ayudan y te recogen en sus furgonetas.
- Los pocos Ford Escort granates que ya quedan a manos de amigos que necesitan que les pasen la mano por la espalda y les toquen un poco... su sensible corazón con palabras de comprensión y apoyo mientras el muy... buena persona te va echando el tiempo que te queda para hacer grandes rutas sin tener que mirar el reloj y ver a la hora que tienes que llegar a casa y el estado en el que lo haces.
SIN LUGAR A DUDAS, HOY HA SIDO OTRO GRAN DÍA DE BICICLETA. Y para que luego digan que siempre con la bicicleta, os dejo un poco de poesía de la buena, de la que explica muchas cosas que nos pasan con pocas palabras y que vale para cualquier tiempo. Eso sí, ilustrada con fotos de bicicleta.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Y pues vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Invocación
Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores;
A Aquél sólo me encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo
el mundo no conosció
su deidad.
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenescemos;
así que, cuando morimos
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usáramos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Y aun el hijo de Dios,
para sobirnos al cielo
descendió
a nascer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaescen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.
Dezidme, la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.
Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías y modos
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen!
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.
Los estados y riqueza
que nos dexan a deshora,
¿quién lo duda?
No les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda;
que bienes son de Fortuna
que revuelve con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso no nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño.
Y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
Los plazeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
¿qué son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos?
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.
Si fuese en nuestro poder
hacer la cara fermosa
corporal,
como podemos hazer
el ánima glorïosa,
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!