Te diré que hacía fresquito al inicio de la mañana y luego, incluso calor, que dejamos las prendas de invierno en el armario y pedaleamos con pantalón corto y manguitos.
La ruta era durilla, no nos vamos a engañar, pero tantas cosas pudimos ver que el tiempo no es que pasase, es que corría sin descanso. Subimos, bajamos, andamos, pelechamos y paramos, vimos un faro impresionante,conocimos dos amables vigilantes de seguridad, pasamos por una rambla, hicimos sendascas y pedaleamos junto a un mar lleno de tranquilidad.
Si es que pasamos hasta por una calzada romana, descubrimos playas escondidas y un original Belén infantil en mitad de la montaña, nos hizo un café una señora de Ciudad Real y comimos con grandes vistas en un puerto donde no había más movimiento y ruido que los mástiles al viento.
Dejo una foto de cada cosa que digo.