Recuerdo todavía como si fuese mi primer día de bicicleta de
carretera. Con un plazo fijo de la herencia de mis abuelos, en una bicicleta de
carretera pude ir hasta las Peñas de San Pedro y volver… suena a cosa hecha
pero claro, tenía doce años y nunca había tenido una bicicleta de carretera.
Además, vestía pantalones vaqueros y zapatillas J’hayber de baloncesto que eran
aquellas de cuello alto. Las cintas de cuero de los pedales las tenía que
apretar y además, como le pude decir a mi padre al llegar a casa con los
pantalones pegados del sudor, no me había levantado de la bicicleta en ningún
momento… eran otros tiempos, sería el año 1.984 más o menos.
Creo que en la entrada a las Peñas de San Pedro había una
fuente donde poder rellenar agua, estaba frente a la fonda Gloria, igual que
otra más subiendo a la plaza. En el Salobral también había otra a mitad cruzar
el pueblo y la carretera con sus curvas en las cuestas de las Peñas era más
estrecha y con gravilla.
No se la razón de contar esto pero bueno, ahí queda. El caso
es que hoy hemos podido hacer otro rutón de esos que poder recordar con los
años el núcleo duro de 50km; Nacho, Fran y el que suscribe, echando de menos al
amigo Ronal que por motivos laborales le ha sido posible asistir.
Han sido 55 kilómetros de auténtica bicicleta de montaña un
mes de enero del año 2016 a 20 grados de media. Salida de Ibi, cuna del juguete
y de la coqueta con chocolate que nos han preparado como siempre junto al
mercado.
Con el estómago satisfecho y trabajando las piernas han
afrontado el barranco de los Molinos cuesta arriba y mucho más allá hemos
buscado tramos de roca, sendas limpias y la subida a lo alto de Alcoy para
poder ver el pueblo y su puente. Después, bajada en sendas de las buenas para
luego recorrer su río hasta la vía verde del ferrocarril que ya no pasa, como
en casi todos los lugares de España.
Pasamos los túneles con la luz del móvil pues con el lío no
recordamos llevar los focos y un descanso antes de comenzar la subida a la
Carrasqueta por la Sarga. En senda, poco a poco llegamos a lo más alto y… voilá, vistas inmejorables en un
limpio día de el Campello, San Juan, Cabo Huertas y Tabarca.
Ahora después comienza la fiesta, una antigua senda que
junto a la carretera pude subir hace un año nos esperaba cuesta abajo y con sus
rocas y lanchas de piedra hemos puesto a prueba suspensiones y brazos más
nuestro equilibrio tanto físico como mental. Prueba superada pues el amigo
Nacho no daba su brazo a torcer y con la rígida nos seguía, nos perseguía en
ocasiones el pájaro que nos recordaba aquello de “si hace cuatro días esto lo hacíais
con las rígidas”.
Terminada la bajada nos esperaba la Fonda de Teresa a mitad
de puerto y en vez de almuerzo tardío teníamos comida tempranera con un buen
arroz caldoso y segundo plato con postre casero, bebidas y cafés a precios
económicos para gente importante como nosotros.
Pero es que todavía nos quedaba por bajar hasta casi Jijona
pues el descenso era agradable y con inmejorables vistas…. Todo terminaba…..
Sabíamos lo que nos aguardaba, una subida hasta el alto de
la Martina pasando por pista asfaltada, camino roto, camino de roca antiguo,
barranco de la Llibreria con pateo incluido y tras ello, rampones y más
rampones camino de la subida hormigonada de la Martina. Inmejorables vistas y
descanso obligado.
La bajada no lo es todo hasta Ibi y cual dulce en ocasiones
amargo de vez en cuando debíamos remontar con piernas cansadas y en mi caso
agotadas. Final de infarto a todo trapo por sendas y caminos para llegar hasta
Ibi tranquilamente por una de sus entradas.
Con Fran y Nacho se puede ir al fin del mundo pero hoy no
tocaba y lo que hemos podido hacer nos ha dejado un gran día de bicicleta con
grandes lugares y paisajes que recordar pues a lo lejos veíamos Aitana, Puig
Campana y otros tantos lugares que poder disfrutar en los obligados descansos.
En fin, que decir, ahora a esperar que pase el tiempo y las
circunstancias para las siguientes rutas y rutones de los que están por caer
los de Paterna del Madera y Ayna.
