Lo bueno que tiene la bicicleta es que salvo alguna rareza, conoces gente y en ocasiones, muy buena gente. En mi caso, he vuelto a descubrir caminos insospechados junto al mar, trialeras casi imposibles, el forro y la cerveza fresca de EL POLVORILLA y buena gente. La próxima foto salgo con mi flamante y nueva equipación de Ochoa Bike.
Publico un par de fotos, una de Miguel en la que nuevamente ejerce de samaritano ciclero de fin de semana y otra de grupo.
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