

Con ese vientecillo que tiraba de la bici no se podía hacer otra cosa y más aún cuando amenazaba lluvia. De esta manera, a rodar hasta que el viento da de cara para dar la vuelta y volver escopeteado por el camino del Acequión. Eso sí, los paisajes una vez retratados con la cámara de fotos quedan más bonitos. Los cauces, llenos a reventar de agua.
El resto de fotografías a vuestra disposición en la galería.
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