Que le vamos a hacer, el caso es que con lo tranquilo que estaba Burt Lancaster en su pensión y dándole al tintorro para matar sus penas, de repente y en uno de sus regresos de correrías, va y se encuentra a la causante de su mal, Rita Hayworth. Menuda cara se le pone cuando la ve y no de alegría, pero claro, ella vuelve a la carga y él sabe que no tiene nada que hacer. El resto de argumentos de la película le hace ser valedora de poder disfrutarla a gusto. Por cierto, nadie se ha quedado ciego de ver películas en blanco y negro.
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