Pones el despertador a las 03.30 horas de la mañana y eso lo haces a las 23.30 horas con lo que el programador te dice que sonará la alarma dentro de cuatro horas. No es mucho tiempo durmiendo, pero tu compañero de ruta dormirá aproximadamente una hora menos que tú, acaso eso te consuela…..
Así es que, después de estar todo el día trabajando y ocupado en mil cosas tienes como premio cuatro horas de sueño profundo con lo que fastidia despertar en lo mejor de la noche.
Te dispones a cerrar los ojos y sin saber cuando comenzaste el sueño es cuando suena la alarma con una canción suave y melódica de Roberto Carlos, ya han pasado las cuatro horas….
Sabes que a las 04.00 tienes que comenzar a pedalear pues tienes por delante 276 kilómetros de caminos, pistas, carreterillas asfaltadas, alguna senda y monte a través más los imprevistos. A las 06.32 horas sale de Atocha en dirección Albacete un tren y por ello dispones de catorce horas para llegar a tu destino que es la Puerta del Sol para la fotografía y después, la bajada a Atocha.
La bicicleta preparada del día anterior, las ruedas con más presión de lo normal, la linterna instalada, el GPS en su sitio, un Powerbank para cargar el GPS que en su duración no supera las seis horas, el bidón con agua y una camiseta apretada en la bolsa de herramientas con las llaves bajo el sillín.
En los bolsillos del maillot llevas la comida para ir tirando de ella a lo largo de la ruta y todo ello sería ingerido; una botella pequeña de Gatorade sabor naranja, un bote de Cacaolat pequeño, dos pastelitos de chocolate, dos huesitos. Tres zumos, un piquejo de jamón con sobrasada. Además y por si las moscas, un bote de aceite y la crema para protegerte del sol, caerá con máximas de 39 grados.
Junto a Fran comenzamos nuevamente la aventura de pedalear hasta Madrid, hace seis años lo haríamos con la atmosferica en un tiempo total de catorce horas y media. Ahora lo haríamos en menos tiempo pues llevamos eléctricas, pero menos entrenamiento, menos salidas largas y más edad…. El caso es que gracias a la primera aventura, sabíamos lo que nos esperaba, lo sabiamos…..
De cuatro a seis y media tendríamos dos horas y media de oscuridad con la luz de las bicicletas pedaleando por caminos. La primera incidencia nos esperaba en forma de pérdida en la zona del Acequión donde un camino perdido de algo menos de un kilómetro nos haría recular un par de veces para luego volver a la carga.
Al cabo de una media hora larga, el riego y los caminos embarrados darían lugar a que mi bicicleta “chupase la cadena” con el consiguiente peligro de rotura de cambio en un par de ocasiones. Con en agua del bidón terminaría por quitar barro de una cadena embarrada y esperando la tercera ocasión quedabamos con la consiguiente vuelta a casa para prevenir roturas… no llegaría esa ocasión pero sin agua me quedaba. Menos mal que era de noche.
Y comenzamos a pedalear sumando kilómetros mientras el barro se acumulaba y la cadena se secaba, pasamos Santa Marta y luego camino de Villarobledo, un par de tramos de carretera tanto antes como después que nos darían alas. Con la cadena seca y un bote de aceite que eché para la ocasión en previsión de estos desastres, engrasamos las bicicletas y pudimos continuar.
Mas adelante tendríamos la laguna de Manjavacas que la última vez pasamos sin problemas, pues ahora llena de agua y lodo embarraríamos a más no poder y con media hora de penuria retomaríamos el camino en dirección El Toboso.
Ya el resto es bien sabido, Puebla de Almoradiel, Lillo, Ocaña y un calor insosportable que se haría sofocante en Aranjuez junto al río, peor aún en la subida y mucho más camino de Titulcia. Refrescor y fuentes, a estas alturas los líquidos cuesta asimilar y la comida digerir pero con tranquilidad llegamos a San Martín de la Vega.
Olvidé decir que tras unos ciento treinta kilómetros funcionando con el motor apagado y tirando de piernas y algo de ayuda del aire, en la laguna de Manjavacas, conectaríamos la bicicleta para salir de esa trampa y hasta el kilómetro 200 iríamos al 5 % con el 80 % de batería.
Llegados a los 200 y en las cuestas entre Ocaña y Aranjuez tocaría cambiar al 10% y 80% de batería, buscando cuesta arriba el Trail al 20% y el Turbo al 40 %.
En la zona de San Martín de la Vega, en la subida en el carril bici, con el aire en contra y con los últimos cincuenta kiómetros todo pesaba, todo dolia y todo era ilusión, no obstante con el Trail al 20% avanzaríamos para evitar problemas y en ocasiones incluso el 40%. De esta manera, esa batería que tanto guardábamos impoluta iría cayendo a plomo por necesidades de la ruta.
Finalmente y tras una visita turística al Manzanares, Puerta de Toledo, Puerta del Sol y alrededores, iríamos a la Estación de Atocha a tomar el tren de las 18.32 que tomaríamos de vuelta a casa.
Que decir que tras seis años de la primera ocasión, muy buenas sensaciones por parte de Fran y mías, a pesar de no haber trabajado mucho el kilometraje, nuestros cuerpos estuvieron a la altura y la ayuda de las bicicletas darían lugar a reducir el tiempo total de la ruta una hora y media respecto a la vez anterior. De un total de las trece horas, once serían montados en bicicleta.
Respecto a si hacer la ruta en rígida o eléctrica, ya que he podido hacerla de las dos maneras puedo decir que el cansancio sería el mismo pues el tremendo esfuerzo inicial vería su recompensa en el aprovechamiento de la batería en los últimos kilómetros donde con atmosférica son un infierno. Lo digo porque el truco de estas rutas esta en los últimos kilómetros donde el esfuerzo previo, las incidencias, el calor acumulado y tantas otras cosas hacen que sean duros, muy duros.
Así es que, Albacete Madrid en bicicleta está hecho nuevamente en otra gran jornada de los 50km.
Un recuerdo al gran Miguel Angel Urdiales cuya larga sombra estuvo presente en todo el recorrido.