lunes, 9 de marzo de 2020

LLEGARÉ HASTA DONDE ME LLEVE LA ILUSIÓN


Mucha gente piensa que hacer una ruta en bicicleta es algo tan sencillo como vestirse de ciclista, subirse a la bicicleta, pedalear y llegar a casa. Pues sí, es cierto, es algo sencillo, pero para que sea sencillo y además algo único, debemos pensar un poco más.


Vamos a pensar en la primera vez que pudimos subir en una bicicleta sin ayuda de quien más nos quería, en ese momento eterno donde nuestro equilibrio se fundía con la bicicleta y además, pudimos dar la primera pedalada. Este momento no se merece el castigo del olvido y cada mañana, igual que otros tantos, debe ser recordado como uno de esos pequeños éxitos que acumulamos en nuestras vidas.


Y esas otras tantas ocasiones que le siguieron, con los hermanos, con los amigos, solo o con una pareja un día de verano. Todos esos días son experiencias con personas que tanto nos aportaron y con las que tan buenos ratos pasamos. Son parte de nuestras vidas y tienen su rincón en nuestra memoria de la bicicleta.


Pero siempre llega la madurez como todo en la vida, el momento de continuar con el camino que nunca supimos que estábamos trazado. Llega el día en el que comenzamos a pedalear solos, a cualquier lugar que nos cuentan, que descubrimos, y ese lugar nos lleva a otro y ese otro a otro más. No nos vamos a engañar, llegados a este momento ya no estamos solos, hemos sido capaces de fundar nuestra familia además de la que ya pertenecíamos, tenemos un trabajo y una forma de vivir en la que intentar incluir la bicicleta con la que recorrer caminos.


Los caminos son como la libertad, llegan hasta donde podemos llegar con el respeto a lo que nos rodea, con la experiencia vivida y con la ilusión que nos mueve seguimos haciendo camino. Si llueve aquí, salimos por allí, y si el viento da de cara, lo aprovechamos a nuestro favor. Siempre tenemos que tener muchas rutas en la cabeza por hacer, el caso es poder disfrutar de lo que más nos gusta.

La bicicleta es una manera de vivir, de disfrutar y de esforzarse. Incluso tiene recompensas como la ilusión ya comentada, la alegría, soñar con ir aquí o allí. Normalmente no somos amigos de la envidia, de la trampa o del rencor, no es algo que se pueda llevar en la mochila pues su peso lastra en exceso.


Recorrer los caminos en la vida en bicicleta nos permite conocer nuevos lugares y nuevas personas y en ello está el premio del camino, no en su meta sino en su recorrido. Te puedo decir que en ocasiones no he podido llegar donde siempre quise, que incluso no tuve la oportunidad, pero nunca perdí la ilusión de poder hacerlo.


Ahora es tiempo de pensar en lo que me queda por recorrer y en lo que llevo recorrido. Ahora es el momento de sonreír, porque tan solo mi cuerpo será el que ponga mis límites y hasta donde llegue la ilusión, llegará mi bicicleta y yo con ella.


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