Trece kilómetros por delante con un compañero de excepción, un gran ciclista que se llama Alejandro al que le prometí hacer una ruta de las buenas, como las que hago con mis amigos.
Teníamos por delante una tarde invernal con calor, con sol y sin viento y por ello, después de haber comido, hemos llenado nuestros bidones y con un "dorayaki" cada uno y un zumo y un batido, hemos preparado nuestras bicicletas y nos hemos aventurado por los caminos del Barrio San Pedro.
Hemos visto perros en las parcelas, perros sueltos que nos daban la pata para saludarlos y algún caballo que otro que se acercaba a la valla para acariciarlo.
A mitad de ruta y con algo más de cinco kilómetros hemos parado a merendar y descansar un poco.
Después hemos tomado camino de la Pulgosa donde antes de llegar a la gasolinera, Alejandro ha subido y bajado de una, un montón de tierra compactada y se ha quedado alucinado.
Al llegar a la Pulgosa hemos comenzado a rodear el parque por las sendas y todo ello a buen ritmo. Como el amigo tenía ganas de hacer un par de partidas a los "Hungry birds del espacio", otra parada técnica para jugar.
Después, vuelta a casa por caminos y como era cuesta abajo, ha puesto el piñón pequeño y como un rayo se ha lanzado dando algún salto que otro por los badenes.
El que suscribe lo ha pasado mal en unas cuantas ocasiones pues Alejandro dice que puede llevar la bicicleta con una mano y otras lindezas como saber saltar aceras y tomar baches sin rodearlos, cosas que me han hecho llevar durante toda la ruta el corazón en un puño y los genitales de corbata en algún momento que otro (será que tiene a quien parecerse).
En fin, una ruta de otras tantas por llegar, pues esta gente viene apretando y de aquí a unos años me veo haciendo bicicleta y recorriendo caminos, sendas y trialeras con quien más quiero.
Sin dudarlo, hoy ha sido un gran día de bicicleta.