martes, 29 de enero de 2013

LA PRIMERA VEZ QUE SUBI LA BICICLETA EN MI PRIMER COCHE

Era un Volskwagen Polo, blanco, cinco puertas, aire acondicionado y dirección asistida, nuevo, recién estrenado por el siglo pasado, del año 1988. Motor diesel atmosferico de 64 caballos con velocidad máxima de 180 km/h en llaneo y caída rápida de punta en puertos de montaña para recurrir a marchas cortas.
Consumo mínimo y en cinco años 120.000 kilómetros, sus cambios de aceite y filtros a su momento y averías consistentes en el cambio de tres fusibles.
Terminaría en la segunda mano y su propietario en un barrio de Albacete lo tendría como segundo coche, dejándolo un día a su hijo que al trabajo apareció con el que fuese mi Polete.
Rápido y nervioso en marchas cortas en zonas de curvas, lento en su acelerar, cómodo y ancho para lo pequeño que era, con buen maletero y espartano en equipación, sobrio en su interior salvo las fundas a medida llenas de colorido.
Aquí lo teneis cruzando el puente del Batán de Bogarra y por los caminos de la Marmota con mi recien estrenada Orbea que venía a sustituir a mi BH Supra recien sustraída de un garaje.



1 comentario:

Paco Atienzar dijo...

! Una pena, lo cambiaste nuevo, una pena !