Puedo contar cosas, muchas y pocas. Escribir y describir hasta la saciedad para que quien las palabras lea se haga idea de lo que ha sido un gran día de bicicleta. También puedo decir de lo que hemos hablado y de quien hemos hablado, de lo que llevamos recorrido y lo que nos queda. Puedo dejar fotografías y vídeos con música, mejor o peor según el gusto del que visiona. Puedo hacer lo que siempre hacemos o incluso, puedo no hacerlo, en caso de no hacerlo, no estaría haciendo lo que hago.
Lo que puedo contar es algo que el otro día pude ver en televisión y es lo curioso del sistema de trabajo que nuestro cerebro tiene a la hora de salir con la bicicleta de montaña.
Está claro que pedaleamos, a veces descansamos y nos dejamos llevar por la inercia y no tenemos que hacer gran esfuerzo. Mientras pedaleamos, somos capaces de mantener el equilibrio como vago recuerdo del primer día que aprendimos a montar en bicicleta, a eso le llaman sistema kinestésico. Tenemos que estar atentos a lo que vamos encontrando y de ello se encarga el proceso de percepción que en ocasiones forzamos llegando a la atención, es decir, focalizando nuestros sentidos.
Y es que no sólo vemos, también oimos y percibimos olores y sensaciones como el frío o el calor. Al mismo tiempo, nuestros músculos trabajan, más aún los de las piernas y los brazos al bajar una senda, al subir y forzar o simplemente, al apoyarnos en el manillar.
Al tiempo que pedaleamos y pasamos la mañana hablando de esto y de lo otro, de vez en cuando nos vienen cosas a la cabeza, recuerdos y cosas que tenemos que hacer cuando lleguemos a casa, incluso cosas que dejamos sin hacer, es por ello que nuestro estado de ánimo condiciona el esfuerzo físico en gran manera.
De todo ello, cumplida cuenta tiene nuestro cerebro en todo momento a través del inconsciente, es decir, sin darnos cuenta. Mientras tanto, el consciente, es decir, lo que nos damos cuenta, es una pequeña parte de muchas horas sobre la bicicleta, pues si tenemos que contar cinco horas en bicicleta, posiblemente lo hagamos en unos minutos, porque en realidad, hemos sido conscientes de cuatro cosas; una subida larga y dura, un barranco, una senda junto a un río y la llegada al coche. Un poco de fresco al salir y lo que sudamos cuando subíamos. En realidad, de las cinco horas de bicicleta, nuestro consciente ha sido capaz de retener una pequeñisima parte de lo vivido. Posiblemente tengamos mucho más almacenado en nuestra memoria que a corto y largo plazo nos irá ofreciendo el resultado de todo lo vivido en la mañana, pues sin dudarlo, todo el material percibido debe procesarse y almacenarse con tranquilidad, bien es sabido que en caso de no hacerse correctamente, gran cantidad de recuerdos se perderán en lo que se conoce como olvido.
Las fotografías y los vídeos nos ayudan a recordar, nos estimulan la memoria haciéndonos volver a vivir lo vivido. Tener cuidado con los falsos recuerdos pues ya dijo el poeta que hasta lo malo, con el tiempo se convierte en bueno y de ello sabemos al contar historias que cada día hacemos más grandes y mejores.
El recuerdo nos hace ser lo que somos y sin lo vivido no seríamos quienes pensamos ser. De ello, la profunda lástima del que sabe que pierde sus recuerdos. Esta mañana hemos pasado, al salir del Barranc del Cint, por un bello rincón de la carretera para descanso de día de enfermos de Alzehimer con personas mayores que colocaban sillas para pasar una buena mañana primaveral y será por eso que escribo estas palabras, o a lo mejor no...
Ruta que tiene de todo lo que hace falta para pasar un buen día de bicicleta de montaña.
Para comenzar, salimos de Bocairent para tomar la antigua Vía del Xixarra y por asfalto vamos llaneando en ligera cuesta abajo para buscar las pendientes de Alfafara donde iremos calentando piernas.
Tras estar a punto, tenemos al llegar a Agres, una subida con un total de unos 600 metros de desnivel en la que poder disfrutar de bellos paisajes mientras sudamos la gota gorda tomando curvas cerradas en pendiente, hormigonadas y de tierra.
Una vez arriba y para no dejar el empeño, empedrado de camino y sendas de piedra, tierra y compactadas junto a caminos y sembrados de pequeñas aldeas con las que poder comenzar a pasarlo bien.
Tras ello, tramos de transición con subida de piedra suelta y buena rampa y asfalto cuesta abajo hasta el inicio de la senda del Barranc del Cint.
La senda, que era un objetivo de hoy, sigue siendo impresionante y con respeto al viandante que tiene preferencia, bajaremos disfrutando del impresionante Estrecho donde la senda es empedrada y con agua a día de hoy.
Ahora descansamos con asfalto y subimos buscando las sendas del desvío de Ibi donde estaremos entretenidos un buen rato con iglesias y pequeños riachuelos.
Tras ello, subida a Sotarroni que no llega ni a reflejo de la primera y una vez arriba, buscamos el nacimiento del Vinalopó. Cuidado con la larga bajada de piedra suelta que puede tirar de la trazada nuestra rueda delantera y bicicleta. Para remate, una gran senda que junto al río nos hará disfrutar como niños.
Termina la senda y comienza otra tras un tramo de camino, esta última con zonas peligrosillas donde se recomienda al iniciado en estos menesteres que mejor se baje donde no lo tenga claro, pues más vale quedarse sin ganas que tirado en el suelo con algo roto.
Y entonces, algo de pista asfaltada cuesta abajo y llegamos a nuestro final de ruta, una ruta de las que te hace esbozar una sonrisa sabiendo que has hecho un buen recorrido.