DURÍSIMA. Pues se sube por el kilómetro vertical y si bien, el comienzo es alegre y a buen ritmo, subir por el lado derecho de la pedrera hace que pasada la mitad del tramo, cada ciertos metros sea necesaria una parada para tomar aire, descansar y disfrutar del paisaje que vamos dejando, cada vez más espectacular.
CON UNAS VISTAS IMPRESIONANTES. Porque si bien tenemos un aperitivo en la ascensión, será cuando nos aproximemos a lo más alto cuando tengamos parte de la recompensa que será plena en la cumbre con vistas a los 360 grados de todo lo que conocemos y desconocemos. Haremos fotografías hasta casi terminar con la batería de nuestros móviles pues la ocasión lo merece.
CON UNA BAJADA CICATERA. Pues hasta el Pouet tendremos un tramo en el que bajar es casi más complicado y lento que subir, pero no por ello dejaremos de poner atención en cada paso que damos. Llegados al Pouet, la senda en dirección a la Font del Moli es casi un regalo.
CON PREMIO FINAL. Pues en mi caso llevaba un litro y medio de agua que fue agotándose para llegar a la fuente final donde poder beber agua fresca a modo de premio.
CALOR HASTA EMPAPAR. Y es que entre el calor y la humedad terminaremos totalmente empapados como si de un río saliesemos. Una vez bajamos comenzamos a secarnos y por ello recomiendo iniciar en julio como fue en mi caso la ruta a las siete de la mañana que cuando veía a los que subían mientras yo bajaba no era plato de mi agrado.
CON UNOS RECUERDOS CASI IMBORRABLES. Que todo lo que pasamos quedará en el recuerdo como algo mítico, increible y la experencia nos acompañará durante toda la vida.
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