Tenemos lagunillas desperdigadas pero con una riqueza e historia tremenda como el Arquillo, otras en la sierra como la de los Ojos de Villaverde, la de Ontalafia.
Se echa de menos lo que nunca se pudo vivir ni sentir como un hueco que pudo recoger la laguna del Acequión, donde estuvo la del Salobral y todo ello por una política consistente en la desecación de zonas húmedas... ¿quien lo diría a día de hoy?
A un poco mas de media hora de la ciudad por cómoda autovía y carretera sin tráfico, podemos descubrir un entramado de lagunas en Horna, Corral Rubio, Salobralejo en dirección Hoya Gonzalo y la mítica de Pétrola.
Y claro, algunos pájaros bien saben donde están, mejor que muchos de nosotros, pues en ello les va la vida y su futuro, que es su habitat y modo de vida.
Llegar, pasear, sentarse y lanzar tranquilamente alguna fotografía es garantía de un gran recuerdo con el que poder revivir el viento salado y la espuma en su orilla.
Algo único.
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