Creo que no lloro de pena, lo hago de impotencia y por esa soledad de la que tú y yo hablamos hace meses. Te dije que cuando te fueses no tendría con quien poder hablar y a quien poder escuchar, creo que si pudiese ir allá donde estes, te traería de una oreja a ese mundo en el que tan solos nos has dejado, casi abandonados.
Tocaría hablar de lo que imagino saber de ti y de lo que eras y aparentabas; un buen marido y hombre familiar, amigo de sus amigos y azote de sus enemigos. Si es que tenías amigos hasta en el fin del mundo, sacar a colación tu nombre en una conversación era motivo de acercamiento y de confianza.
Daba igual en que bando estuvieses, a quien defendieses y atacases, nos arrastrabas a todos e incluso, cuando la vida nos sobrepasaba, a ti acudíamos y a todo le quitabas hierro y nos infundías tranquilidad tanto en el trabajo como en tu casa, siempre dispuesto.
Siempre tuve claro que contigo finalizaría una época que no viví, que no conocí y que tanto tú como otros tantos pudisteis contarme a través de vuestras vivencias, historias y sucesos mientras pasabamos las horas de servicio en aquellas noches de Charly 100. Nunca me dejaste conducir y eso fue a la primera de cambio, en la primera noche que hacíamos servicio, porque tú siempre bien sabías con quien te jugabas las habichuelas.
Me encantaba verte cada vez que sonaba tu teléfono con aquella ¿melodía? de alarma, o cada vez que buscabas un mensaje en esa pantalla que se empequeñecía en tus manos. Muchacho, te decía, ¡cómprate uno más grande¡ y decías que no era necesario.
Siempre dispuesto a arreglar el mundo te ganaste el respeto de todos, unos por devoción y otros por prudencia pues más valías por lo que callabas que por lo que decías. Cuando las palabras sobraban y no tenías quien te escuchase, le dejabas hablar y tus ojos lo decían todo, tus ojos...
Esos ojos de chaval en el cuerpo de un hombre mayor que no quería jubilarse, que no quería estar enfermo y que marchó a otro lugar a seguir con eternas y renovadas fuerzas. Espéranos allá donde te encuentres que a bien seguro se estará muy bien y haznos un hueco para cuando llegue el momento, podamos seguirte y de paso, pasarlo bien. Pero de momento, descansa y no te pongas nervioso, que tu ejemplo y trabajo continúa.
2 comentarios:
¡Buenos Días Alex! Son Antonio Coronado de Vigilancia Aduanera. Aunque no suelo escribir comentarios en tú blog aunque si que lo sigo, hoy...., es de esas veces que creo pondré unas palabras.
Tú trabajaste con él, más que yo sin duda, pero yo también he compartido vigilancias, seguimientos, investigaciones, detenciones con él y desde luego ratifico todas y cada una de tus palabras.
Buena persona y mejor compañero. Desde mi Departamento y la parte que a mi me toca, vaya mi más sentido pésame a través de tú blog.
Aprovecho la ocasión para mandarte un saludo y comentarte, como ya te he dicho al principio que, aunque no suelo escribir ni comentar tús crónicas si las sigo. No desfallezcas, que arrojas mucha luz a este deporte y a la inmensa mayoría de las rutas que todos conocemos.
Un saludo Alex.
Amigo Coronado, me quedan algunas palabras pero las guardo para personas como tú puesto que en lo que se refiere a la cálidad humana compartimos gustos y compañeros. Cuidate y sigue adelante pues sabes que yo también necesito referencias como tu para poder avanzar.
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