De esta manera, si te levantas para ir a la sierra y observas que la rueda trasera de la bicicleta está en el suelo como el día anterior, aún despues de haber pasado por el ciclero, pues como que la cosa no anima demasiado. Con todo y con eso, de tripas corazón le das aire a la rueda, avisas a tu colega de la suspensión de la ruta y vas a Chinchilla, pues pase lo que pase siempre será a unos minutos del coche.
Y vaya que si pasaron cosas, la rueda tuve que inflarla cuatro veces, el GPS salia loco a mitad de ruta marcando distancias y medias imposibles y el motor de la bicicleta le dio por apagarse a final de ruta.
A pesar de todo, siendo domingo y con carreras de por medio en circuitos de la provincia de Albacete, todavía quedarían ciclistas domingueros como el que suscribe dispuestos a pedalear solos o en grupo, corredores y corredoras de montaña y algún conejo que otro. Entre todos llenaríamos la sierra con nuestras bicicletas y nuestros sueños y una rueda que se desinflaba.
Además, pude probar mi batería nueva, pudiendo reestrenar la bicicleta con la salud al 100 % de manera que con una señora ruta cargadísima de sendas pudiese alcanzar algo más de 50 km y 1500 metros de desnivel, quedando un 18 % de batería restante.
De viandas la cosa estaba clara, el café con leche inicial y el suso de crema darían lugar a que el resto de ruta no hiciese falta nada más que echarle al cuerpo que el agua del botellín.
Y la curiosidad del día, dándole aire a la rueda en una de las ocasiones, hasta SIETE CICLITAS, todos los que pasaron por mi lado me ofrecieron su ayuda, algo que SE TIENE QUE DECIR pues este mundo en ocasiones no es tan malo como parece.
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