El tiempo de retiro ayuda a pensar en el pasado que es recordar, a pensar en el presente propiamente dicho y a pensar en el futuro que algunos dicen, planear. Es el momento de pensar y de hablar, con abuelos, padres, parejas, hijos y nietos.
Pensamos en nuestras casas, con nuestras familias y con la prohibición de salir del lugar que cada mes da un buen pellizco a la nómina en forma de hipoteca, alquiler, comunidad de propietarios o recibos de agua, luz, teléfono y cuantas cosas más… ahora es el momento de disfrutar de nuestro hogar, ese lugar que nos espera al terminar de trabajar, de hacer deporte o de tomar una cerveza, de buscar un trabajo, de cuidar al enfermo o de pasear, solo pasear.
Vamos haciéndonos la idea de una maldita oportunidad de poder estar todo el día con las cabezas juntas, de escuchar con tranquilidad al niño, a la niña o a la pareja. Nada nos impide preguntar o poder hablar, no tenemos prisa ni agobios, nada nos impide disfrutar.
Mientras tanto, un vecino está enfermo, otro hospitalizado y otro acaba de fallecer, los padres en la cama con fiebre y sin sabor, sin gusto, con algo de fiebre. Un amigo llama por teléfono y nos dice que ha vuelto a vivir, otro que gracias a un antibiótico lo pillaron a tiempo y otro que está ingresado y su estado es delicado.
La vida, y la muerte, nos muestra cómo será nuestra vida dentro de unos años, el día que por enfermedades, pereza o desgana, ya no queramos salir de casa y con levantarnos, hacernos el desayuno, poner un poco la tele y preparar la casa tengamos bastante. Saldremos a comprar un poco de pan, algo de leche y pollo y aprovecharemos para andar un poco y hablar con algún vecino que veamos. Luego pondremos la tele que dirá que tiempo hará el fin de semana en las playas, si en Navidad nevará en los Pirineos o si vendrá una ola de calor. A todo esto, ni viajaremos el fin de semana, ni esquiaremos ni visitaremos piscina alguna.
Pero estamos nerviosos, no sabemos lo que sucederá cuando esto pase o si pasará, si seguiremos así de mal, si la economía se hundirá, el desempleo, el pago de hipotecas, las vacaciones, las ferias y fiestas y esa moto que queríamos comprar, si es mejor no hacerlo y esperar a ver qué pasa, a ver cómo va la cosa… “prohibido preguntar por la cosa” decía el cartel del bar.
Dejaremos un catálogo de cosas que podremos seguir haciendo, seguro que podremos seguir haciendo y las que no, esas irán viniendo poco a poco sin que las llamemos. Después de esto:
- Podremos seguir estando con nuestras familias.
-
Podremos quedar con los amigos.
-
Podremos salir a dar un paseo.
-
Podremos tomar un café cuando nos apetezca, un
café o un refresco con los amigos o la familia.
-
Podremos salir a pasear, a dar una vuelta con la
bicicleta o podremos quedarnos en cas si nos apetece.
-
Podremos visitar a los enfermos, sean amigos o
familia.
-
Podremos seguir paseando al perro, ir al huerto
a regar y plantar unas lechugas.
-
Podremos leer, ver la televisión o escuchar la
radio.
-
Llamar por teléfono, chatear o dar una vuelta
por internet.
-
Tendremos para comprar patatas, leche, huevos,
pan, fruta, pollo o cerdo.
-
Podremos comprar algo de ropa y arreglar la que
se deteriora.
-
Nuestros hijos podrán estudiar en los colegios y
en los institutos.
-
Nuestros hijos podrán quedar con sus amigos y
dar una vuelta, comprarse unos gusanitos o ir a ver a sus primos o sus abuelos.
Lo que no está claro es si podremos pagar las hipotecas, los alquileres, comprar una moto o una bicicleta, irnos de vacaciones, seguir trabajando, pagar las facturas, comprar marisco del bueno o salir a comer o cenar el fin de semana, cambiar el coche o incluso mantenerlo, pagar carreras universitarias a los hijos y tantas, tantas otras cosas que, lo único que te puedo decir es,
TRANQUILO AMIGO, TRANQUILO.
2 comentarios:
Maganto, dicese del triste, pensativo, macilento.
Así es amigo, así es.
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