Nunca he tenido problema en pedalear con una bicicleta pesada, ligera, rígida o de doble suspensión, eléctrica, gravel, de montaña o carretera. Solo quiero pedalear para hacer deporte, para recorrer caminos, carreteras y ver nuevos o viejos lugares.
Me gusta el llano, la montaña, el mar y pienso que siempre hay algo nuevo por ver, por vivir y por disfrutar.
La sierra de Albacete es como mi casa, allí me encuentro a gusto y la recorro de aquí para allá y de allá para acá, por arriba, abajo o de lado. Eso sí, las montañas que jalonan caminos y carreteras no ofrecen bellas vistas sin peajes y el esfuerzo es algo necesario, consecuente al recorrido.
Pero palos a gusto no duelen y mucho más tras el confinamiento municipal del que hemos salido reforzados y con más ganas que nunca haciendo una señora ruta de esas que tanto nos gustan.
El café con leche y los roscos en Bogarra.
La subida en pista hasta las Yeguarizas. Después, es todo asfalto hasta el final de la ruta.
Las carreteras de la zona de la Vegallera.
La subida del Pardal.
La bajada camino de Molinicos y el almuerzo en el bar de la plaza.
Las carreterillas camino del Pontarrón, la bajada hasta Ayna.
La subida a la Dehesa de Ayna y la interminable recta camino de lo alto de Bogarra.
La bajada hasta Bogarra como alma que lleva el díablo.
Y todo on la buena compañía de Fran y Carlos con los que sin lugar a dudas, han hecho que hoy haya sido UN GRAN DÍA DE BICICLETA.