Hoy tocaba echar un vistazo por mi sierra de Alcaraz donde gracias a Dios, todo está tal y como lo pude dejar la última vez. Afortunado soy porque aunque pasen los años, los caminos siguen siendo los mismos pero lo único que cambia soy yo. Todo esto lo digo porque tras 32 años he vuelto a bajar la senda del Lavadero en Vianos y... seguía estado horrososamente fatal, imposible, tenía de todo, sus zarzas, escombros, aguas residuales, hielo... vamos, como la "última vez" y esas cosas dan lugar a que parezca que la vida no pasa.
Tambien seguia el bar de la plaza con los mismos que conocí en los años que he comentado, algo más mayores como yo, pero ahí estábamos. El torrezno espectacular y el bocadillo impresionante, el café de cine y claro, a muy buen precio todo.
Y aunque desde el inicio tengas que subir, subir y subir hasta terminar en la Cuerda de la Almenara con 1000 metros de acumulado dispuesto a iniciar una gran bajada con vistas, todo se agradece pues el esfuerzo mitiga el frío glaciar que nos atacaba por todos los costados. Importante llevar buenas botas como en mi caso y ropa de la que no te arrepientes haber pagado bastante como el caso de Etxeondo. En el caso de Hugo urge una inversión para evitar el tremeno frío que tiene que haber pasado, pero bueno, es luchador y sufridor como pocos.
Y la carretera tranquila, con poco tráfico y esta mañana sin ningún rádar que se agradece. Sigo sin probar los churros de Alcaraz que nunca he tenido la ocasión, casi como las empanadillas llegando a la plaza de las que he dado cuenta de un par de ellas.
Volveremos sin lugar a dudas, como siempre.
Una gran mañana de bicicleta.
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