Diez años despues, parece que fue ayer, volvemos a la sierra de la Pila. Esa montaña tremenda que se puede ver por la autovía cuando vas a Murcia, a mano izquierda tras haber pasado las montañas de Cieza que están a mano derecha.
Y es que montaña veo, montaña que quiero subir con la bicicleta y saber que hasta donde llega mi cansada vista, todo es mío o durante un instante fue mío, tanto el lugar como sus alrededores. Sentimiendo efímero de propiedad válido para compartir con otros tantos como el que siempre suscribe. Que todo es de todos y comprar y poner vallas o verjas no deja que los demás podamos pasar y disfrutar de lo que estaba para todo el que pudiera y quisiera.
Menos mal que siempre tenemos un lugar al que poder ir, llegar y pasar una mañana o un gran día bajo el cielo azul en tonalidad diversa.
Cuidado que a pesar de ser pistas en buen estado en general, fue acertada la decisión de rígida en vez de gravel pues lleva mucho traqueteo y en invierno, al no sudar ni sufrir bajo el sol no debemos ir pertrechados de agua por doquier. Menos mal que una fuente de agua fresca a mitad nos espera para rellenar y poder pedalear el resto de la ruta bien hidratados.
Grandes vistas e inmejorables desde la antena y caseta para ver el sol rebotar en el mar Menor, montañas y paisajes conocidos y desconocidos.
Sin lugar a dudas, un tremendo día de bicicleta.
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