Me gustaría decir que ha sido una ruta tranquila, pero no sería verdad. Incluso, que estuvimos todo el tiempo de risas y cachondeo, parando y descansando donde nos apetecía, pero tampoco lo hicimos. Podría escribir y detallar hasta la saciedad la cantidad de cervezas y tapas que degustamos a nuestra llegada, pero tan sólo pudimos comprar pan para cenar en casa y unos croissant de chocolate partidos a la mitad con nocilla, todo ello con la recomendación de Fran que hicieron de nuestros apolillados estómagos el refugio de tan impresionante repostería peñera.
Incluso, que llegamos todos juntos contando chistes y sin fatiga en las piernas, pero los aguerridos expedicionarios fueron sucumbiendo a medida que pasaban los kilómetros no dejando por ello de ser grandes, pues simplemente por ser un 50km eres grande.
Podría decir que hizo sol y que el viento no asomó en toda la tarde cuando en realidad luchamos contra la lluvia, el viento y las rampas que en ocasiones eran de cierta impresión.
Lo que sí puedo decir es que somos grandes, TODOS somos grandes pues hemos tenido la gran suerte de terminar todos juntos, volviendo a pedalear con Jesús con el hablamos de cualquier cosa y hacemos leña del resto. Que hemos seguido la estela del amigo Fran, que por naturaleza arranca y se queda sólo a nuestra espera, lo que le hace más humilde si cabe. Que Alfonso ha pedaleado y ha sufrido hasta el final, sin querer abandonar en ningún momento, lo que le hace ser un gran luchador. Que Sergio se deja la piel y que sube escalones poco a poco, sin torcer el gesto y con buenas palabras hasta en los complicados momentos.
Si lugar a dudas, hoy ha sido otro gran día de bicicleta, tirando a casi épico.
En principio era una ruta tranquila de 60 kilómetros para rodar, para ir tranquilo y hacer kilómetros, para conocer los montes que rodean el pueblo de las Peñas de San Pedro. Consistía en rodar....
Y claro, comienzas tranquilo, con una bajada rápida saliendo del pueblo buscando el primer camino que nos irá llevando hasta la aldea de los Pocicos. Cuando llegamos a la aldea, subimos un pco y tras pasar por una aldea, comenzamos una rápida bajada en dirección a la Cañada Molina.
Cruzamos la carretera y un poco de pista asfaltada para preparar la subida a Capiruza por un tramo que será la primera tachuela del día, la piedra suelta y la pendiente harán sufrir nuestras piernas para terminar arriba con buenas vistas de Albacete.
Ahora pistearemos dejando los caminos de los molinos que nunca me han gustado y buscamos la aldea de Casa Cañete, aldea siempre tranquila donde las haya. Tras pasar la aldea, buscamos nuevos caminos para el que suscribe y es ahora cuando comienza la ruta de verdad... Entonces iremos por una antigua Cañada Real que nos hará ir subiendo poco a poco ladeando las montañas hasta la aldea de la Zarza donde llegaremos cuesta abajo.
Tras la Zarza, comenzamos nuevamente a subir y ahora con más pendiente camino del Madroño. Al llegar a la aldea encontraremos una pequeña senda que hará nuestras delicias y terminará con tanta pista, pues aunque uno quiera, no puede evitar buscar sendas.
Pasada la aldea seguimos subiendo y buscando los caminos que suben en dirección Cañada Juncosa pudiendo ver a nuestra derecha Balazote y Albacete un poco más atrás.
en lo más alto comienza un camino entre pinos bastante bueno con algo de bajada, para descansar y luego subida hasta el cruce con la carretera del Sahuco.
El cruce dará lugar a un poco de subida y rápida bajada asfaltada en dirección a la aldea del Colmenar donde veremos a dos habitantes de los que dicen son hermanos y siempre han estado y allí estarán.
Ahora subimos un repecho y en rápida y larga bajada tomaremos la senda que nos lleva a la aldea del Roble. Aquí tomaremos agua fresca y haremos la subida a la Peña.
En lo más alto, y con la paternidad de Fran de las Peñas, tomaremos una gran senda por él preparada que hará nuestras delicias para llegar con la sonrisa en la boca a una pista. Esta pista la seguiremos para tomar otra que a su izquierda lleva al Fontanar pero iremos a la derecha para hacer una gran bajada en pista y luego subir hasta el depósito de las Peñas.
El amigo Fran no nos dejará indiferentes y nos buscará otra senda más en la subida del repetidor y terminaremos callejeando por el pueblo con unos cuantos escalones para soltar piernas.
La ruta era tranquila posiblemente de transición, sin importancia, para hacer kilómetros... pero ha sido una gran ruta para un gran día de bicicleta.