Hay rutas difíciles, otras que son duras, luego las durísimas y tras todas ellas están las brutales. Son para personas brutas que por su rudeza y fuerza pueden con todo y no se amilanan ante nada.
Aquí tenemos un ejemplo de una ruta para gente bruta que quiera hacer una ruta brutal en tan solo veinte kilómetros.
El firme que de firme tiene poco, son caminos de tierra, de piedra y los tendrás cuesta arriba y cuesta abajo, algunas cuestas son tan empinadas que en combinación al canto rodado te las verás y desearás, pero bueno, cada uno hasta donde pueda pues siempre te quedará el consuelo de andar o patear como se dice en el argot.
Unas cuantas sendas con una final de las que quitarte el sombrero.
A mitad de ruta tienes un bancal en el que no pusimos un par de nosotros el pie en el suelo, ánimo y a ver si puedes.
Y al final, cervezas frias, granizados de limón y tapas varias en el bar de la piscina de las Peñas.
No apta para mierdascas, así es que si tienes lo que hay que tener y quieres presumir de haber puesto el pie tres o cuatro veces y no haber pateado, aquí tienes tu oportunidad, porque yo me se de uno que posiblemente lo pusiese tan solo un par de veces sin pateo.