domingo, 13 de noviembre de 2011
BENIDORM, MAR Y MONTAÑA.
Hay gente que ama hasta la médula Benidorm, otros lo odian a muerte. En mi caso, antes de llegar a la decena de años, pasaba algún verano que otro bajando a la playa con el olor de almendras garrapiñadas, el de la crema de protección y la búsqueda de mis padres en la playa por instinto. Paseos interminables con pipas y boca seca, precios exagerados para "made in Spain" y refugio de turistas de toda Europa.
Llegados a la veintena con las noches de fiesta y mis primeros meses de trabajo y salidas en bicicleta, pues allá residía. Claro, pensando que sólo era playa.... Falsa creencia la mía, subidas interminables hasta Finestrat, casi imposibles a la espalda del Puig Campana o rampas rodeadas de pinares por la parte de Polop y la Nucia. Del trocito de la Sierra Helada camino del Albir, esa rampa asfaltada camino de las antenas con el mayor desnivel que he visto en mi vida. Paseos por caminos y sendas hasta Villajoyosa y bajadas a escape en las llegadas.
Pero no fue hasta el pasado año con la peña del El Campello más unos cuantos de Benidorm, el momento en el que descubrí sendas y caminos que nos llevan a lo más alto y bonito del lugar, mejorando muchas zonas de nuestra sierra albaceteña. Y para terminar, costumbre del lugar, una piscina abandonada de un restaurante en ruinas con el agua clara en mitad de un paraje boscoso de parcelas. Baño al canto y ropa seca a los cinco minutos.
Os dejo un pequeño montaje fotográfico para entender un poco mejor lo que digo y lo que nos espera para el 10 de diciembre, pues será la ruta que haremos (pienso yo que sin baño.
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