Y claro, esto se hace con wikiloc, imágenes de satélite y mucha imaginación. Poco a poco se van trazando los tracks pero cuando por la zona no se ven muchos recorridos... zape... y claro, uno tiene que estar preparado para casi todo.
Esta tarde y esta ruta no es recomendable, tan solo para espíritus aventureros y algo inconscientes pues como quien dice me han pasado unas cuantas cosas.
En esta zona, una vez que saltas un par de vallas ya no sabes si estás dentro o fuera de las fincas y en alguna ocasión deben seguir las líneas marcadas o los caminos que vas encontrando con la referencia de la ruta original.
A mi me da que el ganado que he podido encontrar no tiene como destino ser comido por el ser humano pues los toros los veo demasiado ágiles y eso es la segunda vez que me sucede en la zona. A todo ello se suma que a mitad de recorrido una vez me han avistado unos cuantos toros se han agrupado y dirigido hacia mi. Como quiera que tenía tanto miedo como ignorancia he salido con los pedales en polvorosa y atravesado el monte cual autopista de pago.
Los arroyos por lo escaso de las lluvias estaban vacíos y eso me ha ayudado a su vadeo sin problemas, lástima por el disfrute del correr del agua pero beneficio para el ciclista que no quiere mojarse en diciembre.
Y finalmente, como bien me pudo decir un amigo mío, cuando veamos unos cuantos jabalíes, ya somos conscientes de estar medio perdidos. En esta ocasión he visto una media docena bastante recios de los que se llevaba la palma el que cerraba la comitiva asustada por mi presencia y que a bien seguro pasaba el centenar de kilos con soltura.
Eso sí, cuestarrones de los buenos encontraremos con los que poder sudar por mucho frío que podamos pasar... no digo nada en caso de ser verano.
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