Tres y digo tres aunque escrito me sale mejor que hablado por aquello de la "egle" de los que no fuimos al logopeda.
Tres personas vestidos de presuntos ciclistas tomamos café cuando la temperatura ambiente superaba el del oscuro líquido y un par de polos de chocolate.
Luego comenzamos una ruta con asfalto, vías verdes, túneles, pistas, lagunas dignas de ver y contemplar, caminos rotos, destrozados, toros de lidia, terreno labrado, sendas, pueblos fantasma y vuelta a un restaurante donde nos esperaban pimientos, panceta, carne con tomate, tomate partido con ajo, cerveza fresca y refrescos más los "cafeses" para terminar una gran tarde de bicicleta.
Buena charla, chascarrillos, risas, bromas, silencios y un ambiente perfecto para esperar la próxima, sin saber donde ni cuando pero la próxima.
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