Pues el otro día que pasó y arraso la gota fría era la mejor excusa para no hacer la ruta, una señora ruta que con el terreno seco es una pasada de bonita y entretenida, pero con lluvia y todo mojado, bien mojado, es una auténtica trampa de barro.
Y claro, donde manda el corazón que se quite la cabeza y yo, que soy más de pelotas que de corazón, aquí estaba esta mañana luchando con el barro a diestro y siniestro en una ruta impresionante pero infernal, preciosa pero durísima. La cadena se enganchaba en el plato, la cadena se salía de las roldanas, la cadena se salía del plato, la cadena se secaba, la rueda se llenaba de barro y no rodaba, el barro se pegaba a mi ropa y a todo lo que tocaba. Tenía que arrastrar la bicicleta y pedalear era como jugarse romper la transmisión.
Menos mal que la poca cabeza que me quedaba dió lugar a echar aceite que tuve que colocar en tres ocasiones y me salvaría la vida o la integridad moral y física.
Resbalones, ruedas que se iban pero mi bicicleta y yo a duras y maduras.
Cansando no, lo siguiente, fatigado tirando a reventado terminaría de esfuerzo y tensión.
Pero claro, PALOS A GUSTO NO DUELEN.
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