Cuando comienzas a pedalear ves ciclistas por doquier y cuando comienzas a subir las rampas y las sendas, te cruzas con los que corren por la montaña. Se nota que aquí viven y disfrutan de la naturaleza, la montaña y el deporte.
Y tú, que en este caso soy yo, con la cabeza espesa, estresado y cansado del día anterior y otros tantos de muco estrés, te pones a pedalear, y venga a pedalear y subir. A todo esto la bicicleta eléctrica comienza con un 80 por ciento de batería pues con tanto trajín no se pudo cargar completamente.
Aún así, se hace lo que se puede por pedalear, disfrutar y no patear, pues hoy no era día de patear que solo faltaba eso.
Casí llegado a Castalla en una magnifica senda que no conocía, vuelta por el mismo camino en subida y luego, los últimos diez kilómetros cargados de sendas, una tras otra en un festín de esos que hacen época.
Por lo tanto un trazado inusual para lo que soy yo pero con final feliz, pues llegado a la plaza de toros emplazo a Antonio José y su hijo con sus flamantes bicis y cerveza en mano y serranito hablamos de esto y lo otro mientras me da un móvil que me gestionó dando muestras de su amistad, sacrificio y voluntad. De esas personas que cuando te hacen falta las tienes ahí. Imagino que todos sus asegurados serán seres felices pues no me creo que tengan queja de tan buen y grande hombre.
Vuelta a casa y a comenzar el día, afortunado y sabedor que la vida nos da una oportunidad de vivir y ser felices cada día.
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