Mira que llevo vistos lugares y es la segunda vez que puedo
visitarlo, y no deja de sorprenderme. Desde la entrada con seis kiómetros en
plena naturaleza entre pinos llenos de humedad se vislumbra a lo lejos la cruz.
Poco a poco se va llegando y todo adquiere proporciones inmensas; estatuas,
empedrado y arcos. Entrar al interior sobrecoge y andar hasta su parte final es
un paseo por algo que produce un torrente de sensaciones en un mar de tranquilidad.
Desde fuera se disfruta del bello entorno natural con
pueblos y horizontes azules y anaranjados, pues va cayendo la tarde. Es un
lugar donde tan solo puedes encontrar naturaleza y piedra, con algún que otro
tapiz en su recorrido.
Naturaleza y piedra.
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