Si en nuestros días algún apelativo se le pudiese tildar a
la inmensa obra sería el de tremendo, inmenso, y ante todo práctico, sin
florituras ni excesos en su diseño. Casi de tipo modernista y en un enclave privilegiado;
si bien el rey pudo ver la obra desde su pétrea silla, ahora bien pudiese
contemplar las torres madrileñas a lo lejos, donde traza el horizonte.
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