Es por ello que los recorridos se hacen sin coger el coche, quedando Madrid, Cercedilla, Valsaín, Navas del Marqués, Peguerinos, San Rafael, Iruelas y tantos otros lugares a la espera de la llegada del solsticio de verano.
Ahora toca pedalear desde casa y por ello vuelvo a las rutas alrededor de Ávila que no son moco de pavo. Este año el GPS será testimonial y pedalearé dejándome llevar por donde me apetezca, unas veces con suerte y otras con vuelta atrás. Pero dejándome llevar que en estas cosas radica la libertad.
Esta tarde tocaba ir hacia el pantano de las Cogotas y por ello, por donde sabía y donde no sabía me he puesto a pedalear y la verdad es que no ha quedado un track nada malo. He dejado los intentos fallidos para no volver sobre mis pasos en futuras rutas y que otros no hagan infructíferos intentos.
Tiene de todo, caminos, sendas y algo de asfalto. Destaca la subida al Castro desde la presa metiendo riñones sin bajar de la bicicleta (me cuelgo una medalla) y la subida empinada a la muralla de Ávila por la zona sur (me cuelgo otra medalla).
Mañana, mañana más que estamos en el veranillo de San Martín o del membrillo que es como a mi me lo enseñaron… el veranillo del membrillo.
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