La curiosidad de llamaba con la senda de Smichtd, el Carril del Gallo, los Cospes, la senda del Agua, la de la tubería y otras tantas que ya ni se ni recuerdo el nombre. Todas han ido cayendo poco a poco y algunas se han repetido. Normalmente se ha cogido altura por la carretera de la República hasta los miradores de los poetas que tanto me impresionaron la primera vez y luego, luego a bajar.
Con la rígida hacía lo que podía y luego llegaría la Giant, bicicleta a medida de estos lares con la que he podido afrontar esos lugares donde antes bajaba o dudaba y claro, una cosa lleva a otra.
Ahora tocaba hacer dos tramos de sendas, uno corto de la calzada romana que me restaba y otra senda que a mano derecha sale para terminar en el camino de los campamentos y que ha resultado fantástica. De ello daré cumplida cuenta con un buen vídeo al efecto.
No sé si volveré a Cercedilla pues me da en la nariz que esta puede ser la última ruta que por estos lares haga en mucho tiempo y eso ha provocado en el día de hoy que al tiempo que disfrutaba se mezclase la pasión con futura melancolía.
Pero bueno, todo comienza y también termina pero lo que siempre nos quedará será un buen recuerdo y si algo se puede pedir, que sea imborrable.
Adiós Cercedilla, adiós.
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