Tarde invernal con tintes primaverales y por ello tres horas y media de luz a mi disposición para un recorrido que ya avisaba la usuaria se debía guardar cuidado. Y claro que si, el comienzo alegre y en bajada para tomar la primera senda del día que por belleza y entretenimiento supera al resto.
No por ello pedalear por dehesas, montes y pasar por lugares repletos de nidos de cigüeñas hace de la ruta una auténtica delicia.
La parte final ya conocida pero por tramos no recorridos que la harán más entretenida.
La caida de la tarde me hace cambiar la panorámica de la conocida silla del Rey por otro mirador mas un pedazo de senda donde disfruto como un enano.
No me equivoque en la elección de montura pues la doble endurera pude llevar para comodidad y disfrute. Eso sí, desastre en el cambio que se soltaría y ausencia de llave de herramientas en la mochila... a piñón fijo antes de cuestarrones pasaría a un chalet en construcción y pediría ayuda. Uno de los enconfradores, paisano conquense y además ciclista él y ciclista su hijo. Con destreza y una llave del cinco cambio arreglado y apretón de manos, que la buena gente en ocasiones parece que abunda.
Una ruta bastante entretenida donde los kilómetros van pasando junto al desnivel que no demasiado se va pegando a las piernas poco a poco.
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