Chinchilla de Montearagón, territorio del Marqués de Villena, pueblo carcelero donde Pascual Duarte daría con sus huesos según Cela, es una ilustre villa que lo tiene todo y que, seguramente también me agobiaría, y posiblemente me escapase a la llanura de Albacete a hincharme a pedalear por caminos interminables hasta la saciedad y el aburrimiento.
Pero bueno, vivo en Albacete y como Chinchilla está a tiro piedra, me voy para allá, me ponen mi café en el Peñón y mientras tanto voy colocándome los auriculares, la braga del cuello, el casco, enciendo la bicicleta, pongo música en el móvil, ajusto los parámetros de la TL, el GPS y como si tal cosa me pongo a pedalear para hacer algo que nunca he hecho y mira que es difícil que la cosa va para tres decenios ya.
Hoy se trataba de realizar un recorrido por los costados de Chinchilla y sus sendejas y ajustando al máximo el recorrido, han salido algo más de treinta y cuatro kilómetros muy disfrutones para todos los públicos salvo algún tramo que recomiendo cabeza y cordura pues al llevar eléctrica, casi todo es posible. En caso de analógica se verá lo que digo y afirmo.
Para terminar y desde el castillo, con ese aire manchego de un día de sol con cuatro grados, viento gélido y otras delicias, fotografías por doquier de esa llanura que desde lo alto parece otra cosa e incluso resulta más bonita.
Seguimos adelante, con ilusión y con fuerza, todo está por venir.
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