domingo, 4 de febrero de 2018

EL TIEMPO... LA MEMORIA... LA VIDA ES TIEMPO Y MEMORIA

Son ya unos cuantos años de vida y las experiencias se han acumulado contenidas en los recuerdos. Dicen que es posible rescatar todos y cada uno de los recuerdos almacenados en nuestra memoria pero lo que tengo claro es que nunca con la claridad de lo vivido y con la misma intensidad de poder evocar detalles.
Si bien es cierto que a la hora de almacenar datos, vivencias, lugares y personas no solemos realizar un esfuerzo añadido a nuestra percepción recurriendo a lo que se denomina atención; focalización y elementos tanto internos como externos y formulas que por asociación o parecido nos ayuden a grabar cada dato, cada detalle… aun así es posible recordar incluso lo que ni tuvimos capacidad para prestar atención.
Pero claro, nuestra memoria es proyectada cual pantalla y lo hacemos tanto en nuestros adentros con los ojos abiertos y cerrados, como en una pequeña pantalla dentro de nuestra cabeza como fuera de ella, hablando y detallando lo visto y vivido.
A la hora de hablar de recuerdos, de proyectar y de evocar, lo hacemos con la formación adquirida a lo largo de nuestra vida y con lenguaje, palabras, gestos y otros recursos, intentamos convencer o convencernos de lo que decimos, explicamos o dibujamos lo hemos vivido. Poca o escasa formación no permite evocar recuerdos como se quisiera, eso está claro.
Y luego echa mano de lo que en la cabeza tengas, pues te pueden ocurrir muchas cosas: en primer lugar que el día que sucedió todo no estuvieses tan atento a lo percibido que luego no tengas suficientes recuerdos para poder explicarlo. Incluso una vivencia múltiple de experiencias que provoque fallos en la percepción. Lo más común son los fallos en el proceso de memorización y las interferencias producidas por agentes tanto internos como externos que no te permitan memorizar en condiciones.
Por último, el temido desuso en el recuerdo que parece terminar apolillado, descompuesto e incluso destruído, tanto en su registro como en el modo de acceso que muchos saben en ocasiones es imposible por recursos inconscientes de nuestra mente que no nos permiten el acceso.
Y llegado el momento de la exposición del recuerdo pensamos en aquello que comentaba Machado, que hasta los peores recuerdos se dotan de buena cara y belleza con el transcurso del tiempo. Días marcados de fatiga, oscuridad o sufrimiento son evocados y despojados de todo aquello que les hizo tan duros para hacernos recordar jornadas envidiables y bellas.
Sin lugar a dudas, el que evoca y recuerda puede encontrarse en su adolescencia, madurez, involución, en un buen o mal día, de mañana o de noche, de diario o fin de semana y todo ello es una conjunción de variables que pueden dar lugar a que evocar el recuerdo y describirlo no sea exactamente igual en cada momento.
Y para terminar, hablemos de lo orgánico y la temida destrucción de la memoria por la edad, las enfermedades y la vejez. Esto lleva a pensar y temer en la destrucción del recuerdo, pero siempre me pregunto ¿es que la vejez no permite seguir almacenando recuerdos?. Tengamos en cuenta que en este estadio de la vida, la formación y experiencia hace que cada cosa que se tiene la oportunidad de “vivir” se viva con mucha más intensidad y se disfrute tanto a la hora del presente como ser consciente de que se almacenará mucho mejor que los primeros recuerdos. Lástima que la piel esté arrugada y el tono sea grisaceo, que los cuerpos no sean envidiables y que el deseo haya dejado paso al cariño, pero que más da…… esto es así, guste o no guste. La vida tiene dos ciclos que se cruzan en cierto momento y su camino es inverso, cabeza y cuerpo van de menos a más, de más a menos y llegados a la primera madurez todo confluye para volver a distanciarse con el tiempo.
El tiempo… la memoria… la vida….


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