Tiempos en los que disfrutaba del barro cual gorrino jabalí, buscando los charcos, los barrizales en los que poder pedalear con fuerza y salir adelante. Tiempos en los que días como estos terminaban con mis cambios traseros, con transmisiones y pintura de tirantes. Días en los que todo daba igual, lo importante era el presente y las consecuencias no eran parte de la ruta, no existía más preocupación que pasarlo bien.
Por ello y por eso, ese 50km endemoniado ha visto como podría haber barro en un lugar donde meses atrás lo pude degustar en suave demostración. Pero lo de hoy ha sido en grado sumo, a veces desgarrador, teniendo que tirar en subidas de ayuda de motor para no embarrar lentamente y terminar atrancado en avance y deseo de continuar.
Si a todo ello le sumas un compañero de ruta salido de lo más profundo de la Manchuela con el que poder disfrutar y temer al mismo tiempo, pues que lo tienes arreglado. Barro en la bicicleta, barro en la ropa, barro en la boca y en los ojos. Belmonte me sabe a tierra y barro.
Finalizas en el pueblo, tras los pasos de Charlon Heston y tomando café con leche con Ayuso y el gran amigo y compañero Rafa y señora en un gastrobar al que volveré con agrado para degustar sus delicias culinarias y caldos cerveceros caseros. Volveré como Chiquitete.
Y luego a casa, a limpiar la bicicleta, a limpiar el barro, a limpiar la ropa, a ducharte, a engrasar la bicicleta y a esperar la siguiente ruta.
Creo que llevaré unas cuantas miles de rutas, pues no todo lo que está en internet es lo que es, y muchas experiencias contadas y silenciadas. Vivencias y hechos que quedan en la memoria esperando ser recordadas un día y si no... pues víctimas de un olvido demoledor y de la confusión de una vida vivida y pasada.
Llámame viejo, llámame veterano, llámame lo que quieras que me da igual, que lo que cuento es para quien quiere leer y saber y compartir y revivir.
Si, extrañamente hoy ha sido OTRO GRAN DÍA DE BICICLETA.
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