lunes, 28 de noviembre de 2016

MADRID. ANILLO VERDE CICLISTA CON BOCATA DE CALAMARES

ILUSIÓN.
Nos mueve la ilusión pues dime tú que sentido tiene hacer 250 kilómetros con el coche para una ruta de casi 80 kilómetros y luego volver a casa con otros 250 kilómetros más. Eso sí, parece mentira lo bien que se accede a Madrid y a la casa de Campo donde poder dejar nuestro coche en el aparcamiento de tierra mientras que hacemos tranquilamente nuestra ruta.
EL PARAÍSO.
Una ciudad tan grande tiene muchas, muchísimas cosas, y nada mejor que comenzar la ruta rodeando un lago en mitad de un parque urbano inmenso e ir abriendo boca mientras damos pedales.
EL ARTE DE LA VÍA VERDE, DEL CARRIL BICI, DE ENLAZAR.
Parece normal que esté a nuestra disposición tanto carril por donde poder pedalear con tranquilidad pero ahí lo tenemos. Alguien o algunos dispusieron que se pudiese ir enlazando tramos y rodear la ciudad para hacerla más accesible, más humana.
Este trazado es digno de hacerlo al menos una vez en la vida pues a pesar de no hacer sendas (aunque las tenga de vez en cuando próximas), no este en plena naturaleza o sea todo asfaltado, tiene algo único y más si terminamos con el bocata de calamares en la Plaza Mayor.
LA CIUDAD CAMBIANTE.
Rodear la ciudad es poder estudiarla mientras observamos los edificios y a las personas a nuestro paso. Se observan las partes nuevas, las antiguas, los barrios residenciales, los barrios obreros, las zonas de acceso y los paisajes nevados al Norte.
LAS PERSONAS.
Nos cruzamos con ciclistas de todo tipo, con andarines, abuelos al sol y otros al refugio del aire frío, y todos somos capaces de poder hacer lo que queremos en armonía. Es un ejemplo de convivencia.
EL TRÁFICO.
Comentaban que en diario con mucho tráfico es difícil hacer el recorrido. Son muchos, posiblemente demasiados los semáforos que cruzaremos y a pesar de estar algunos cambiantes, el respeto de los conductores ha sido ejemplar y digno de alabar pues hemos podido hacer todo el recorrido con tranquilidad y eso se agradece a todos los usuarios de vehículos motorizados.
EL BOCATA DE CALAMARES.
Nos espera tras terminar nuestra vuelta, después de haber recorrido el Centro y sus callejuelas, haber subido el puente de Toledo, la puerta de Toledo, antiguas iglesias y finalmente, un pedazo de bocata de calamares con su cerveza y sus bravas en LA CAMPANA. Servido calentito, rápidamente con un ambiente inigualable.
EL FINAL DE RUTA.
Bajando tranquilamente por el Palacio Real, la Almudena y luego hacia el Templo de Debod y su mirador, el Senado, las vistas a la Plaza de España y unos jóvenes que se casaban.
Antes de subir al coche, un buen café a la orilla del lago y los mejores momentos de la ruta sabiendo que con este día se cierra otra etapa de 50km en Madrid.
SIN LUGAR A DUDAS, HOY HA SIDO UN GRAN DÍA DE BICICLETA.













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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si hubieras terminado en Atocha, habrias probado los bocatas de calamares del Brillante,no se cuantos me habre comido. Por lo demás la ruta es una gozada. Enhorabuena por tu trabajo!!!

50KM dijo...

Gracias por el consejo. Hace dos años tuve la oportunidad de hacerlo con mi familia y no te falta razón, además con ese ambiente ochentero y esos camareros de toda la vida. Algo único. Gracias por tus palabras.

Unknown dijo...

Que grande eres maestro pero ese cafetito...ummm mmmmm jejejejeje un abrazo

50KM dijo...

Ayyyy pájaro, bien sabes que me acuerdo de usted cuando un café de estos me sirven. Un saludo al jefe y compañía.