MUCHAS GRACIAS COMPAÑEROS, MUCHÍSIMAS GRACIAS

Estuvieron trabajando un mes en Barcelona, lucharon por la democracia en tierra hostil como diría un amigo manchego en tierras catalanas. Durmieron en los mejores hoteles, comieron en los mejores restaurantes y recibieron dietas para su manutención y compensar su ausencia en su hogar.
Tras el duro mes de trabajo, el Ministerio del Interior fletó un avión de pequeñas dimensiones que despegó del aeropuerto del Prat que en un par de horas aterrizaría en el aeropuerto internacional de los Lllanos.
Su vuelta sería gloriosa pues a pie de pista les esperaban autoridades locales, desde jefes políticos a jefaturas provinciales. Allí estaban todos que ese día habían aparcado sus obligaciones y compromisos de trabajo para agasajar a los que sacrificaron tiempo de sus vidas por que aquí y allí todos estuviesemos tranquilos, que en eso consiste su trabajo.
Nada les faltó a sus familias en su ausencia que a la llegada fueron trasladados en autobuses al efecto hasta el aeropuerto. Banderas de colores rojo y amarillo, música patriótica, medallas pensionadas y diplomas harían llorar a más de uno. El espectáculo era emocionante, estremecedor.
La prensa local, tanto en formato digital como en papel publicaría en primera página su llegada pues esta ciudad bien sabe quienes son los que trabajan por su seguridad y por ello, estas muestras de agradecimiento.
A todo ello le seguiría una cena con familias y autoridades en la que con buena comida serían acomodados a su jornada diaria de la que para su adaptación gradual serían eximidos de servicio durante una semana para disfrutar del tiempo perdido de sus familias y amigos.
En esta vida todo pasa, ese día que nunca sería, el trabajo, los problemas, pero lo que más vale, lo que más valor tiene, es la familia que siempre la tienes cuando más la necesitas.