Con cuarenta kilómetros y 300 metros de desnivel, subiendo a Chinchilla por caminos y bajando por asfalto con tranquilidad, más esencial y básica no se puede pedir.
Si además te acompaña buena gente como ha sido el caso, mucho mejor y si haces un descanso en la plaza con refrescos, cacahuetes y patatas fritas, pues que ya no se puede pedir más.
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