La salida fue a las 10.30, es decir, unas tres horas más tarde de lo que suelo salir un domingo.
Ayer me meti en el cuerpo algo más de 100 kilómetros con la atmosférica con el amigo Fran a un ritmo de esos que en ocasiones te animas, te animas pero aunque estés cansado o algo destrozado, no paras hasta el final.
La ruta inicial era subir a Chinchilla por un camino y bajar por otro. Finalmente, la ruta ha sido subir por un camino, echarme por mitad del monte, por un sembrado varios kilómetros circundando la zona militar y terminar dando pedales.
Si bien sería tranquila, con ayuda eléctrica en mano, desde el inicio me he ido animando y al llegar a la zona militar, dos ciclistas de carretera me han preguntado por la manera más rápida para llegar a Albacete. Sin problemas, les he dicho que me siguieran y a buen ritmo, con el aire en contra y mi bicicleta sin deslimitar, moviendo piernas, hemos llegado hasta Albacete. Me han sorprendido por el aguante pues hasta en las cuestas subian pegados y es que ambos participan en carreras de bicicleta de carretera y eso, eso se nota.
Total, que en dos horas y cinco minutos me he metido en el cuerpo algo más de 50 kilómetros de esos que te dejan más fino que el Coral.
Ahora a descansar que la semana será un poco larga.
Ah, la cosa no estaba para fotos y por eso dejo unas cuantas que me gustan, destaca la de Manolo, regente del bar Tocino donde el que suscribe acudía en su infancia con su padre a por el aperitivo, cosa que también ocurria en Casa Segundo con el bacalao rebozao y aquella pajarera que tenía.
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