Esto es una ruta que no tiene sendas, lo que tiene son trialeras y claro, yo soy ciclista que tiene una bicicleta rígida y otra doble con la que poder ir de sendas. Los ciclistas buenos, los de verdad, les da igual llevar un triciclo y ese es el caso de mi compañero de ruta José con el que hacía mi primera ruta estival juntos.
El amigo José es un máquina con todas las letras y cuando lo ves con su bicicleta rígida piensas que es una persona normal, de nivel físico y técnico medio. Incluso, cuando hablé con él me dijo que llevaba rígida pero que no le gustaba bajarse de la bicicleta a patear. Pues yo pensé que entonces debía llevarme la rígida con mis 80 de recorrido y mi sillín estratosférico sin teléscópica... tremendo error.
Pero bueno, este recorrido nos lleva a los orígenes de la bicicleta de montaña, cuando las subidas y las bajadas, cuanto más difíciles mejor pero en este caso, sazonado con un terreno seco y suelto. Pero es que el amigo José iba como un avión volando bajo y yo, para no volar más bajo iba con cuidado y menos mal.
Eso sí, llegados al final de la ruta, como quiera que tocaba la senda más complicada y larga, decidí hacer lo que no hice en todo el recorrido y fue bajar el sillín y quitar presiones para bajar y valla que si bajé. Madre mía, sin miedo, dándolo todo y con el riesgo de algún susto bajé disfrutando hasta el final para terminar un trazado tremendo con el que poder pasar una gran mañana de bicicleta.
Llegados al mitad de la ruta tenemos agua para reponer y poder afrontar la segunda mitad en condiciones.
Le hemos quitado un pequeño bucle con una bajada y una subida a cambio de una senda relajada, lo cual se agradece y bastante.
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