Los caminos de la Manchuela son polvorientos en la época estival. Nos recuerdan un rebaño de ovejas que horas atrás pasó, que tiempo hace que no llueve, que el calor aprieta, que todo seguirá en su lugar cuando marchemos.
El río Júcar intenta refrescar sus aguas bajo los chopos, en recodos del curso bajo un sol abrasador... Quien sabe donde estará mañana el agua que cruzamos y el tiempo que vivimos.
La verdad es que no somos nada, pero somos y eso es suficiente.
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