Las piernas llegan algo tocadas a Balazote pero la vuelta por caminos y más caminos con viento a favor es un festival de desarrollo y pedaleo alegre. Disfrutamos de nuestro paisaje hecho a golpe de escuadra y cartabón con paleta reducida de colores. Caminos rumbo al infinito y árboles testimoniales. Observamos los cauces secos con ríos llenos de agua y vida años atrás. Sabemos que volvemos a otra sequía y dudamos del tiempo en el que las aguas volverán a correr.
Somos manchegos y el secano y el llano inunda nuestras vidas, ávidos de montañas y mares pero conscientes de nuestro infinito paisaje que nos anima a seguir hasta más allá del infinito.
Gran tarde ciclista puesto que el compañero de ruta está a la altura y lo puedes llevar donde haga falta pues estará a la altura de las circunstancias. Buen escudero dispuesto a más y tiempo le sobra para su buena suerte. Ahora a trabajar y estudiar que todo llegará con el tiempo al tiempo que todo pasa.
Ruta rodadora por excelencia que nos lleva por la vía verde a Balazote.
En sus primeros diez kilómetros vamos enlazando caminos con giros que
nos harán más ameno el trayecto.
Tras ello y tomar la vía verde toca
tomarselo de mil maneras pero la cosa consiste en llegar a Balazote. Lo
bueno comienza cuando llegamos a la zona de encinar.
Tenemos la
posibilidad de tomar un pequeño desvío que resulta más recomendable por
lo malo que han dejado el trayecto.
Antes de llegar a Balazote tenemos un pequeño río y un santuario en
mitad del campo con el que poder hacer una pequeña parada y cruzarlo por
un puente al uso.
La vuelta será por caminos en mejor o peor estado en dirección Acequíon y
luego vía verde hasta Albacete.
En los tiempos que corren volvemos a la sequía y tenemos los cauces
secos como hace años y si lo hacemos con aire en contra bien sabremos
que la vuelta será a todo trapo con lo que el esfuerzo inicial tendrá su
merecida recompensa.
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