Pero lo que interesa en una ruta como esta es salir con unas cuantas personas vestidas de ciclistas y que cada uno de ellos, con su peculiar forma de entender la bicicleta nos hagan pasar una gran mañana de bicicleta.
Volvemos al concepto tradicional de la bicicleta de montaña con esas salidas tranquilas donde nos vamos esperando y de vez en cuando se te calienta el morro. Que si te equivocas, que por aquí no es, que es por allá... vamos, que si nos descuidamos no salimos del pueblo en todo el día. Pero finalmente, te pones a rodar y van cayendo kilómetros sin enterarte. Es época de caza y entre escopetas pasamos saludándonos pues el respeto impera y sabemos convivir, incluso se escuchan detonaciones en la parte militar donde al parecer tienen unas maniobras de la leche.
A mitad de recorrido, por si las moscas, parada y fonda, que de yantar llevamos buenas bebidas y botas de vino, bocadillos fríos llenos de amor y comida que sobra de la cena de ayer, risas y chascarrillos. Un almuerzo en condiciones.
Y finalmente vuelta a casa con buenos recuerdos de una ruta excepcional por la excepción y las personas que conocidas y desconocidas pudimos pasar buenos ratos.
Un saludo y nos volvemos a ver.
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