Aldeas perdidas, algunas abandonadas reflejo de un pasado lleno de vida, donde seguramente no hacía falta vivir en grandes nucleos de población ni desplazarse en puentes o periodos vacacionales a lugares paradisíacos. Seguramente alguien lo haría, pero posiblemente estas gentes ni tan solo se lo planteasen.
Pero bueno, todo pasa, lo bueno y menos bueno y en una gran mañana hemos pedaleado por pistas en un estado excelente salvo un par de tramos puntuales y con un buen café para comenzar y un refresco con buenas empanadillas en la panadería para terminar todo está hecho.
Otra ruta más de las clásicas con el cuñado Sergio.
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