Pero como también te acordabas de otras veces, llevas la mochila cargada de agua y el maillot parece recién sacado de la lavadora, mojado y pegajoso. Pero no falta agua.
Montecejos diseminados, cuestarrones, Orgegia y algo de exploración, lo mismo que en otro par de sitios en Serra Grossa con una bajada que te pone las partes nobles bajo la barbilla. Precavidos mejor bajarse.
Y terminas como los señores, pedaleando por la Albufereta entre edificios gigantes, bañistas y sendas en Cabo Huertas que de tanto público haces la probatura de subir al Faro a 64 metros que parece que no, pero tienen miga.
Ahora a pedalear por el carril bici y luego a compartir con coches pero con tranquilidad por las posibles maniobras.
Llegas a casa, compras el pan, te tomas una cerveza y un pincho de tortilla.
¿Qué más quieres bonico mío?
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