Cofrentes puede que sea el lugar más lejano del valle de Ayora al que con el coche pueda desplazarme para hacer una ruta, aunque todavía queda pendiente la de Cortés de Pallás que huele a rutón o desastre, eso se verá un día de estos.
Y claro, hoy tocaba ir a este lugar que conocía de haber pasado unas cuantas veces de ruta y otra camino de Valencia, incluso de una ruta de hace unos años que iba a Cortés de Pallas y volvía por el Cinto de la Cabra.
Pero en esta ocasión tocaba disfrutar de sus alrededores y sendas y vaya que si que he disfrutado. Tomando como base la marcha de este año, le he quitado el bucle y con unas cuantas sendas en los primeros veinte kilómetros no está nada mal. Llegado a los aledaños en el veinte de una finca cuyo dueño tiene a bien dejar sueltos perros como caballos que nos saludan ladrando y corriendo a la altura de nuestras piernas, escondiendo nuestros cojones entre huecos de la garganta, tendremos unos quince kilómetros finales de infarto, tremendos, magníficos, alucinantes, algo que no tiene nombre al ir encadenando una senda tras otra, los restos de un Open y una torrentera, el paseo por el embarcadero y la subida final al pueblo.
Vamos, que me ha encantado y a bien seguro volveré a por esos últimos quince kilómetros.
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